BARCELONA. ¿Murió la república catalana al nacer? ¿Se baten sus líderes en retirada? Un sentimiento de confusión reinaba este lunes en Barcelona, en la calle y en las dependencias oficiales.
“No hay República como tal”, admite Marc Galván, de 24 años, “independentista de izquierdas”, cuando salía de una librería del centro de la ciudad.
La declaración unilateral de independencia, aprobada por 70 diputados del parlamento catalán de un total de 135, fue hace ya tres días. Pero no se ha concretado en nada, y el gobierno español de Mariano Rajoy ha asumido el control de la administración catalana, recurriendo por primera vez al artículo 155 de la Constitución de 1978.
Desde entonces, el movimiento independentista espera un mensaje claro del presidente catalán destituido Carles Puigdemont y de su vicepresidente Oriol Junqueras para que aclaren si piensan resistir a su destitución.
“La gente quiere saber si Puigdemont o Junqueras se lanzan a la piscina y van a ir hasta el final. Si ellos dicen algo, la gente dará la cara, si se quedan a medias, la gente se cansará”, añade Marc, estudiante de ciencias políticas.
En esta Cataluña dividida entre partidarios y contrarios a la secesión, un anuncio siembra más la confusión: Puigdemont se fue a Bruselas, reveló una fuente gubernamental española.
Agustín Sanllehí, de 74 años, dice que él sí lo tiene “muy claro”. “Rajoy ha parado esta tontería, los independentistas han salido como ratas del barco, y Puigdemont es un payaso”, sentencia este empresario jubilado, fumando un habano en el céntrico Paseo de Gracia, donde el domingo se manifestó con cientos de miles de personas contra la secesión.
“La República catalana ha nacido muerta, incluso la proclamaron con la boca pequeña y no representan ni el 50% de los catalanes”, ahonda.
En la administración, el desconcierto compite con la sensación de normalidad.
“Las cosas desde el jueves van cambiando a una velocidad alucinante y estamos aquí pendientes de qué pasará cada diez minutos”, explica a la AFP Joan Escanilla, portavoz del sindicato de funcionarios CSIF.
Pero “el trabajo continúa. El día a día del funcionario de base, el médico, el maestro, el bombero, va a ser más o menos igual. El bombero irá a apagar el incendio, con 155 o sin 155”.
Un trabajador de la Agencia Tributaria catalana que no quiere dar su nombre explica que no han recibido órdenes de Madrid, pero tampoco llamamientos a la desobediencia y que tan solo les piden “no contestar o ofrecer respuestas meramente técnicas” a quienes pregunten, como había sido frecuente hasta ahora, cómo se pueden pagar los impuestos al gobierno catalán.
En el boletín oficial de Cataluña “no hay nada sobre la República”, confirman tres funcionarias del departamento catalán de Agricultura, que se declaran “confusas”.
“Estoy triste, no me considero independentista, nunca lo he sido y nunca lo seré, pero son tiempos muy confusos, la gente esta resentida, la sociedad dividida”, dice una de ellas, Isabel Ros, de 35 años, que viene de tomar un café con sus colegas.
“En mi familia hay gente independentista y nos entendemos bien”, aclara esta militante socialista.
Su colega Raquel, de 38 años, votante de izquierdas no independentista, habla de “tristeza”: “han decidido aplicar el artículo 155 de una manera tajante, me parece une falta de respeto para todos los catalanes”.
“No soy independentista, pero el pueblo tiene derecho a expresar pacíficamente este ardor que tiene dentro desde hace años y años”.
En el mismo momento, en Madrid, el fiscal general del Estado español anunciaba precisamente que demandaría por “rebelión” al conjunto del gobierno catalán destituido, lo que les expone a largas penas de prisión.
Esto provoca “indignación” a Carles Enrich, de 64 años, antiguo directivo empresarial prejubilado y votante independentista. Y subraya: “se basan en las leyes españolas y teóricamente ya somos la república, no nos tendría que afectar”.
por Laurence BOUTREUX / Daniel BOSQUE
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